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El duelo en la infancia

duelo adolescente

Perder un ser querido se convierte en  un suceso que cambia de manera significativa la dinámica familiar y elaborar el proceso de duelo, requiere involucrar a cada una de las personas que la integran, especialmente los niños, ya que son ellos los que precisamente carecen de herramientas y conocimientos prácticos para hacerlo de manera adecuada; de ahí que sea tan importante vincularlos en las actividades, rituales y homenajes que en familia se preparan para despedir a ese ser amado.

Cuando el niño experimenta de manera vivencial que los sentimientos de tristeza, dolor y rabia que expresan las personas de su círculo se asemejan a los propios, comprende que las emociones que está sintiendo corresponden a un proceso normal y que está bien que él también los sienta como consecuencia de esa pérdida. 

Dentro de las manifestaciones en el proceso de elaboración de duelo en niños, encontramos:

  • Ansiedad, miedo e insomnio por la posible pérdida de otra persona cercana.
  • Dificultad para separarse del entorno familiar también por miedo a otras perdidas.
  • Idear fantasías de reencuentro con el familiar fallecido, incluso pueden aparecer ideas de suicidio.
  • Sentimientos de culpa propia o culpar a alguien más por lo sucedido.
  • Manifestaciones de dolores de cabeza o de estómago, vómitos, poco apetito
  • Disminución en el rendimiento académico, dificultades de atención, concentración y memoria.

Es importante conocer que para los niños existe un concepto previo de lo que significa la muerte y que dependiendo de la edad en que se encuentren, éste va evolucionando de manera gradual; no obstante, somos los adultos quienes tenemos la responsabilidad de acompañarlos en esta difícil tarea, propiciando espacios y momentos adecuados, para que los miedos y las dudas que este proceso les genera, encuentren respuestas y sobre todo esa sensación de que son entendidos y acogidos.  

En este aspecto, se convierte en un aliado estratégico el colegio, ya que los profesores son interiorizados como personas muy cercanas a pesar de no hacer parte de la familia, pero que por la cercanía, generan confianza y se convierten en un apoyo importante dentro del contexto escolar, siendo necesario informarles la situación que se está atravesando y de común acuerdo establecer pautas que aporten de manera significativa a la correcta elaboración del duelo de los niños.

En nuestra cultura, el tema de la muerte ha sido un factor que hemos dejado en un segundo plano, no nos han preparado emocionalmente para enfrentar el momento de perder un ser amado, es un tema que se evita mencionar en cualquier esquema familiar,  ya que tan solo pensarlo nos genera miedo. 

En el proceso de formación académica, se explica al detalle el ciclo de la vida: “nacer, crecer, reproducirse y morir”, pero esta última etapa que hace referencia a la muerte y que debería ser igual de ilustrativa que las demás, es abordada de manera muy general, acrecentando falsos mitos como: “los niños no entienden que es la muerte, los niños no elaboran procesos de duelo, debemos ocultar la situación para protegerlos del miedo y del dolor, es mejor no llevarlos a rituales funerarios ya que se pueden traumatizar”, entre otros.

Es importante que como adultos, guiemos de manera adecuada a los más pequeños de la casa en ese camino de sanación del duelo, utilizando un lenguaje sencillo y acorde a la edad del niño y abordando aspectos como: la muerte corresponde a un proceso natural de la vida, es un suceso irreversible y al entrar es ese estado el cuerpo pierde todas las funciones; sin embargo lo más significativo es hacerles entender que estamos con ellos viviendo el proceso y que el amor, recuerdos, enseñanzas y momentos bonitos compartidos con ese ser querido, siempre permanecerán guardados en el corazón. 

En este proceso se recomienda determinar el quién, cuándo, dónde y cómo vamos a comunicarlo, así como evitar expresiones que no ayudan.

Quién. El padre, la madre o el familiar más cercano.

Cuándo. Inmediatamente ha sucedido o lo antes posible.

Dónde. En un lugar tranquilo, silencioso y donde el niño se sienta seguro.

Cómo. A través de un contacto físico apropiado, evitando frases como “se fue a un sitio mejor”, “se ha ido” puede inducir a equívocos. Hay que hacerlo de forma clara sin demasiados detalles, con un tono cálido, permitiéndole compartir sus emociones, interesándose por sus sentimientos y pensamientos sobre lo sucedido, finalmente recordando a la persona fallecida.

Qué comunicar.  Intentar transmitirles la universalidad de la muerte que le afecta a todo ser vivo y asegurarse de que no sientan culpa por la pérdida, la comunicación adecuada les permite poder participar de la socialización que se realiza a través de los rituales. 

Recordemos que el papel de los adultos debe estar orientado a facilitar y compartir la expresión emocional, a responder preguntas usando un lenguaje adecuado de acuerdo al menor y entender que cada niño o niña necesita su propio tiempo para aprender a vivir sin ese ser querido que ha partido.

PS. Yenny Forero V.

Los Olivos, un homenaje al amor 

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Un homenaje al Amor.

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